Como en casa: Capítulo 9

Decepciones

Junsu despertó con un amargo sabor en su boca, como si hubiera estado masticando una moneda durante horas. Su cabeza pulsaba haciéndolo creer que explotaría en cualquier instante y en cuanto abrió sus ojos, el dolor empeoró.

Sentándose en su cama, con ambas manos masajeó su frente y cuello, haciendo presión para con las yemas de sus dedos traer un poco de alivio.

La punta de un pie brotando por debajo de la sabana lo asustó en un principio, porque según recordaba, él tenía solo dos y estos estaban tocando el suelo en ese momento.

Relampagueantes imágenes acudieron a su mente recapitulando la noche anterior, sin poder evitarlo un quejido salió de su boca.

Él no comprendía por qué insistía en beber cuando obviamente su organismo no manejaba bien el alcohol. Situaciones similares en el pasado se lo habían comprobado una y otra vez. ¿Cómo es que él no tenía suficiente y aprendía la lección?

—Changmin —pronunció con voz ronca sin recibir respuesta—. Changmin, despierta.

Sujetando su cabeza se incorporó yendo a levantar la persiana, su cuarto apestaba horriblemente a licor. —Changmin, despierta —repitió alzando su pie para agitar el cuerpo aún recostado. Agacharse no era una buena opción, cualquier movimiento brusco no lo era.

Changmin rodó en la cama hasta detenerse en la orilla de esta, rascando debajo de su oreja y estirándose antes de hacerse para atrás y apoyarse en la cabecera. —¿Qué hora es?

—No lo sé, pero tienes que irte sin que los demás se den cuenta de que dormiste aquí.

Changmin sonrió de medio lado apretando una almohada contra su torso, dobló una rodilla y se relajo en su posición. —¿Te preocupa lo que piensen?

—Si.

—No debería, somos adultos y ellos no son santos.

Junsu bufó abriendo su armario, descolgando una camiseta y sacando de los entrepaños un pantalón de algodón cuidadosamente doblado. —No importa, no quiero que se hagan ideas erróneas sobre nosotros.

—Qué más da.

Junsu resopló de nuevo, cerrando el mueble y jalando su toalla colgada detrás de la puerta. —Voy a ir a bañarme, por favor en mi ausencia trata de salir con precaución.

Changmin dio un último estirón a su cuerpo antes de bajar de la cama. Desenroscó de sí mismo las ropas del día anterior, aflojando el cinturón y provocando ardor en la porción de piel en la que se ciñó toda la noche. —Si, si, como quieras —Caminó todavía estirando la mezclilla sobre sus pantorrillas, deteniéndose junto a Junsu—. Pero más tarde hablamos.

Junsu retiró su mano de la perilla, permitiendo que Changmin fuera quien la girara, entreabriendo la puerta para asomar su cabeza, revisó el pasillo agitando sus dedos para luego salir de la habitación. Junsu de inmediato escuchó el suave sonido de otra puerta siendo cerrada.

Su cabeza palpitaba, su remordimiento no le daba ni un segundo de descanso y su humor no era el mejor en ese instante. Él sencillamente deseaba seguir durmiendo.

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Heechul pisó el último escalón, aún esparciéndose por su brazo el remanente de crema corporal que acababa de ponerse. La tela unida al cuello de su camiseta tenía pequeñas marcas de las gotas que su cabello mojado dejaba caer de tanto en tanto. Su fresca apariencia distaba demasiado de los tres hombres que sentados en el comedor, desayunaban.

—¿Si digo buenos días, lo tomarían como que estoy burlándome de ustedes?

El silencio fue lo que obtuvo como respuesta, pero en realidad Heechul tampoco esperaba conseguir algo diferente. Una imagen decía más que mil palabras.

Observó la caja de cereal y el envase plástico con menos de la mitad de leche, al centro de la mesa. Frunció su nariz dirigiéndose a la cocina donde sin mucho esfuerzo encontró dentro del refrigerador un contenedor con lo que parecía ser la comida que alguien no consumió ayer.

Recargado en el arqueado umbral, aguardó porque el horno de microondas calentara su —ahora— comida.

—No luces desvelado —Yunho dijo volteando a verlo. Sus cansadas facciones denotaban su falta de sueño.

Heechul se enderezó pasando una mano entre sus cabellos, sacudiéndolos y peinándolos con los dedos. —Es porque dormí bien y no me excedí anoche.

—Creí que el irte con Siwon hyung era porque sus planes eran más divertidos que permanecer con nosotros —Changmin declaró enseguida de hacer a un lado su tazón vacío.

—Y así fue, solo que mi concepto de diversión al contrario de el de ustedes, no incluye embriagarse. Además, quizás mi buena genética y alimentación me permiten lucir fresco aún con solo pocas horas de descanso, pero no por ello abusare haciendo que mi cuerpo pagué las consecuencias al día siguiente.

—Santurrón —Changmin soltó, tomando su plato para llevarlo al fregadero.

Retirando el recipiente del microondas, Heechul agarró dos palillos y comenzó a comer allí mismo. —Apuesto a que el más afectado es Junsu, ni siquiera habla.

—Mi cabeza duele —Junsu pronunció quedamente.

—Que te sirva de escarmiento —dijo con sorna, alejándose de Changmin al ver que este pretendía robar parte de su comida—. Y el otro, ¿sigue dormido?

Junsu acercó a su frente la bolsa con gel congelado que junto con un par de aspirinas, Yunho le había entregado después de también tomar lo mismo para él. Las pastillas aligeraron su malestar pero todavía persistía el calor adherido a su frente y cuello, que acompañaba al esporádico dolor detrás de sus ojos.

—Aún es temprano —indicó Changmin, saliendo de la cocina tomando de un vaso con agua.

—Ah si, inverna los fines de semana.

—Generalmente la gente que se desvela, duerme hasta tarde cuando tiene oportunidad de hacerlo.

Heechul se encogió de hombros ocupando la silla frente a Yunho. —Pero creí que él estaría revitalizado.

—¿Por qué? —Changmin preguntó regresando a la concina para dejar el vaso vacío en la encimera de formica antes de recargarse en el refrigerador. Extrañamente su leve malestar en el estómago disminuía si permanecía de pie.

Heechul miró a Yunho, encontrándolo inmerso en su propio desayuno.

A su llegada en la madrugada, en lo primero que Heechul deparó fue en el auto de Yunho, adecuadamente estacionado en su lugar habitual. Por fuera podía notarse la luz encendida de la sala así que el alivio embargo su interior al saber que ellos estaban ya en casa.

Luego de entrar, apagó la luz y subió las escaleras decidiendo echar un vistazo en las habitaciones, solo para corroborar el estado de todos. Sin embargo, casi en la parte superior, el ruido de una puerta siendo abierta y la iluminación proviniendo de esta, lo detuvo.

Sin advertirlo, Jaejoong atravesó el pasillo cargando su camisa doblada en uno de sus hombros y sus zapatos en la mano. Rápidamente ingresó en su recámara y Heechul casi trastabillo en los escalones, cuando la luz del pasillo empezó a extinguirse y corrió para averiguar de donde procedía.

Su sorpresa fue grande al alcanzar a ver la delgada rendija de luz antes de que la puerta de Yunho fuera cerrada en su totalidad. De todos los que ahí habitaban, jamás habría pensado que él se fuera a involucrar con alguien como Jaejoong.

La decorosa opinión que tenia de Yunho, se desvaneció en un santiamén.

Heechul no necesitaba de más evidencias para lo que él suponía, la apariencia semidesnuda de Jaejoong, decía lo dejaba más que claro para él.

—¿Hyung? —Changmin lo llamó, sacándolo de sus pensamientos.

—Extrañas suposiciones mías —contestó antes de comer otro bocado, sintiendo la mirada de Yunho sobre sí—. Y por cierto, no vuelvo a ir con ustedes a ningún lado donde haya alcohol.

—No volveré a tomar nunca —Junsu musitó haciendo sonreír a los demás, desistiendo de protestar por ello, solo porque cualquier gesto incrementaba su dolor.

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Jaejoong suspiró al cambiar la página de su libro sobre cultura e historia de China, ese era el tercero intento de distracción, resultando igual que los otros dos, fallido.

Detestaba reconocer que sus sentimientos habían sido el principal detonante para que la noche anterior terminara de esa manera. Aceptaba que la combinación de la atracción y el deseo, fue más grande que su raciocinio, pero dudaba que de haberse tratado de alguien distinto a Yunho, hubiera accedido tan fácil o actuado tan cooperativo.

A él realmente no le interesaba si fue el momento propicio, si fueron las circunstancias idóneas o si cometió un error al traspasar el límite entre los dos. Su mente estuvo ajena a todo esto desde el instante en que comprendió que las acciones de Yunho todavía podían afectarlo.

Que si él no se hubiera recordado a sí mismo que lo de ellos se trataba de solo un encuentro casual, probablemente ahora mismo estaría viendo un panorama distinto, uno que no le traería nada bueno. No existía nada favorable en volverse a ilusionar con su pasado.

Se preguntaba donde había quedado su resolución por no acercársele a Yunho y la indiferencia que decía profesar por él. Evidentemente eso se fue al demonio cuando sus emociones aplastaron a su sentido común que le ordenaba a gritos que se alejara de ahí.

Yunho ya no tenía novia, y aunque horas antes ni siquiera lo pensó, razonarlo solo le irritaba más. Porque si este seguía acostumbrado a pasar de un amorío a otro, él no sería el suplente en turno.

Fastidiado y hambriento, abandonó la lectura para salir de su habitación, el pequeño refugio que en lugar de ayudarlo estaba asfixiando aun más su conciencia.

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Changmin se escabulló dentro del cuarto de Junsu en cuanto oscureció. Dándole las suficientes horas de sueño, dedujo que era el momento propicio para hablar con él.

Escondiendo en su espalda un paquete con galletas, se inclinó para tocar la mejilla de Junsu con sus nudillos, quien sorprendido retiró el brazo que cubría sus ojos cerrados y se sentó estirando su brazo para presionar el interruptor que encendía el foco de la lámpara de pie colocada a un lado de su cama, aluzando el espacio.

Su frente punzó al enfocar su vista en Changmin, él seguía teniendo el peor de dolor de cabeza que recordaba haber experimentado en muchos años.

—¿Aún te sientes mal?

—Un poco.

Changmin sonrió acomodándose junto a Junsu dejando en el regazo de este, las galletas. —A veces el malestar es mental, si olvidas que te sientes mal puede disminuir, comer es un buen entretenimiento.

—Lo mio es puramente físico —Junsu refunfuñó, arrastrándose con sus talones hacia atrás. Al topar con la cabecera guardó bajo su almohada el empaque y masajeó en círculos su frente.

—Pero rescatando solo lo positivo, la pasamos bien anoche —Changmin declaró acariciando la rodilla de Junsu, un corto instante antes de ser retirada por este.

—Recuerdo vagamente lo que ocurrió ayer, bebí desmedidamente y ahora sufro las consecuencias.

—Y lo que pasó entre nosotros, ¿lo tienes claro?

Junsu entrecerró lo ojos soltando una larga respiración. —Superficialmente.

—Tal vez si yo…

Junsu giró su cabeza justo a tiempo para esquivar el beso que Changmin se proponía a darle. Levantándose con cuidado, se aproximó a su ropero para poner distancia entre los dos. —Besos y toqueteos fue todo lo que pasó, de eso estoy cien por ciento seguro. Así que tan solo olvidémoslo y actuemos con normalidad. Ya lo hemos hecho antes.

—Si, ya sé que siempre que sucede algo como esto tú prefieres actuar como si nada, pero no entiendo por qué. Nos gustamos, no tenemos ningún tipo de compromiso con alguien más ¿qué es lo que te detiene?

—Te equivocas, estas malinterpretando lo que hay entre nosotros.

Escuchar esas palabras desató el enojo de Changmin, haciéndole desesperante incluso el estar sentado, por lo cual desocupó la cama para acercarse a Junsu. Frenándose a unos centímetros de él. —¡Dijiste que te gustaba! ¡Dijiste que sentías algo especial por mí! ¡¿Qué es lo que no estoy entendiendo bien?!

Junsu cubrió sus oídos frunciendo el rostro por el estridente volumen de la voz de Changmin, que aun cuando no fue tan alto, para él fue doblemente perceptible. —Si, te estimo, eres un gran amigo, pero de ahí a que quiera que seamos algo más, es muy distinto.

—¡Vaya mentiroso! —exclamó entre dientes.

—Estaba ebrio, ¿correcto?, no puedes tomar en serio lo que un borracho hace o dice, el alcohol crea una realidad alterna, le faltaba claridad a mis cinco sentidos y dejé que mi boca hablara sin razonar.

—Tu boca hizo algo más que hablar —Changmin siseó.

Junsu asentó una mano en su cadera mientras que con los dedos de la otra despeinaba el cabello en su nuca, luciendo sumamente fastidiado. —¿Por qué estas haciendo una tormenta en un vaso de agua? No es como si me hubiera aprovechado de ti. Estas lejos de ser inocente.

—Y tampoco proclamo que lo sea. Solo quiero que por una vez admitas lo que sientes por mí.

—Acabo de hacerlo, te dije que…

—Sabes, el Junsu alcoholizado me agrada más, él no teme decir lo que verdaderamente piensa o siente, no da excusas tontas y no pretende creérselas —Changmin tomó una profunda respiración, lentamente dirigiéndose a la puerta—. Es una lastima que solo bebiendo salga a flote, y no conserves nada de él cuando recuperas la sobriedad.

Junsu observó como Changmin caminaba fuera de su cuarto, no dándole oportunidad para decir lo que ya tenía en la punta de su lengua, aunque realmente no concordaba del todo con su propia respuesta. Porque si bien se dejó llevar por la euforia del momento, esta fue el resultado de los anhelos que mantenía reprimidos en su interior.

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Siwon clavó su tenedor en las destazadas hojas de lechuga en su contenedor de plástico. La ensalada que Heechul eligió por él, era la mejor que había probado en meses, desde que recuperó su habito de comer saludablemente.

—Es tan extraño comer con alguien que no sea modelo y no se queje de que solo hay cosas verdes en su plato —Heechul comentó, examinando y revolviendo el contenido de su recipiente con desgana.

—En ese caso deberías comer diario conmigo.

—No es que siempre esté matándome de hambre, aparte, ¿pretendes que desaproveche el dinero que invierto en la despensa y cocinero de la casa? No gracias, prefiero consumir lo que por obligación ya pago.

Siwon sonrió arremangándose su camisa de vestir. —¿Por qué tienes esa antipatía por tu casero? Los demás parecen llevarse bien con él.

—No lo sé, quizás se hizo costumbre y no puedo evitarlo, así soy yo, detesto o amo a las personas. No hay sentimientos a medias conmigo.

—Aw, eso quiere decir que debo irme con cuidado contigo.

—Así es, hazme algo y te arrepentirás —Heechul amenazó, señalándolo con su cubierto de desechable—. Suelo ser rencoroso.

—Eso está mal, el odio acabará pudriéndote.

—Por supuesto, siempre he pensado eso, por eso sigo mis propios consejos y dejó fluir la mala energía a través de acciones positivas.

—¿Cómo el ejercicio?

Heechul resopló por el comentario. ¿Acaso tenía el aspecto de pasarse horas en el gimnasio? —Atormentar la vida de los demás —corrigió sonriendo, viendo la expresión de desacuerdo en Siwon—. ¿Qué? No especifiqué para quien era el beneficio.

Sus encuentros, anticipadamente planeados o no, se volvieron tan frecuentes, que aunque hubieran transcurrido no más que quince días, la compaginación entre ellos era demasiado buena como para parecer que se trataban de años.

Ninguno de los dos había mencionado esto con alguien más, acordando que lo que sucediera con ambos, era un asunto privado.

Viéndose en sitio fuera de la zona común de ellos, protegían el secreto, que aunque no tenían nada que esconder, a Siwon le proporcionaba el toque de adrenalina que tanto le gustaba experimentar y a Heechul le aseguraba que no se iniciarían chismes al respecto.

—Por casualidad me topé con tu perfil online en la agencia de modelos a la que perteneces, tienes muy buenas fotografías —Siwon comentó, repentinamente cambiando de tema—, quizás te pueda considerar para un futuro trabajo.

Heechul cambió su vista de la ensalada a Siwon, examinando su rostro con curiosidad. —¿Qué clase de proyecto sería? ¿La imagen publicitaria del hospital?

—Por supuesto que no, las fotos que tengo en mente no las aprobarían en la junta directiva, ellos son demasiado conservadores. Yo hablo de algo más exótico.

—Ya he hecho de esas —Heechul informó, todavía dedicándose a jugar con su nutritivo pero insípido almuerzo—. ¿Revisaste mis demás colecciones fuera de la agencia?

—No, pero probablemente lo haga —le aseguró mostrando un gesto ladino, acariciándole el lóbulo de su oreja derecha.

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Jaejoong correspondió la sonrisa de Hyunjoong mientras esperaba que le entregaran las dos bandejas con las órdenes que pidió no hacía más de quince minutos. Puesto que Hyunjoong insistió en pagar lo de ambos, Jaejoong se empeñó entonces en ser quien aguardara frente al mostrador del restaurante de comida rápida.

Todavía no comprendía cómo es que decidió salir con él. Recordaba la conversación telefónica que tuvieron el pasado fin de semana, pero no cuando acepto su invitación.

Probablemente porque durante toda su platica, él se mantuvo diciendo ‘si’, sin realmente poner cuidado en lo que Hyunjoong hablaba. Esa era la única manera que Jaejoong hallaba razonable para que en ese momento estuviera ahí.

No es que fuera indiferente a él o que no quisiera escucharlo, sino que su llamada llegó justo después de que Yunho salió de su habitación. Y Jaejoong aún tenía su mente acaparada con la cuasi conversación de minutos antes, que le fue imposible no estar distraído.

Habían pasado dos días desde su noche junto a Yunho, en los que ninguno de los dos se dirigieron más de dos palabras, hasta que este se presentó en su recámara, argumentando que traía lo correspondiente a la renta. El dichoso dinero que volvió a propiciar todo.

Enseguida de que Yunho recibiera el comprobante de su pago, hizo el amago de retirarse solo para que al avanzar dos pasos, se girara sobre sus talones, recuperando la atención de Jaejoong.

—Lo que pasó entre nosotros, necesitamos…

—No volverá a ocurrir —Jaejoong completó la frase con frialdad, colocando el dinero a un costado suyo y disponiéndose a retomar la lectura que interrumpió por la presencia de Yunho—. Y tampoco hay nada de que hablar al respecto, fue solo sexo —puntualizó acomodando el libro en sus manos, ignorando al otro por completo.

Hubieron segundos de silencio antes de que Yunho dijera: —De acuerdo.

Sus pasos sonaron muy levemente, al igual que la puerta al ser cerrada, pero fueron lo suficientemente audibles para que Jaejoong supiera que él se había ido.

Jaejoong podía mostrarse insensible, pero en el fondo le afligió que Yunho desistiera fácilmente, que no pusiera ‘peros’ y que por ello tuviera que quedarse con la duda de que era lo que él iba a decirle. No obstante, procuró suavizar sus emociones y hallarle el lado amable, ahora ambos podrían cruzarse en el camino del otro y la incomodes no estaría más ahí. Así había transcurrido la pasada y lo que iba de esta semana.

El sonido agudo de una campanada resonó en sus oídos, consiguiendo que él volteara hacia la empleada que tras el mostrador, deslizó el par de bandejas hacia él. Jaejoong le agradeció y con ambas en sus manos fue a la mesa donde Hyunjoong aguardaba.

Le entregó una de las charolas y la otra la depósito en la mesa para a continuación sentarse frente a esta.

—Todavía no me has dicho que tal te va atendiendo a la zona VIP.

—Normal, es casi lo mismo, ordenan bebidas más caras pero la propina no difiere mucho —Jaejoong contestó, rompiendo el empaquete de papel de su popote y encajándolo en la tapadera plástica de su refresco.

—Johnny siempre estaba alardeando de esta.

—Supongo que a él le daban gratificaciones por servicios extras.

Hyunjoong rio, empezando a desenvolver su hamburguesa. —¿Has oído acerca de que le han ofrecido un mejor empleo en otro lugar?

—No, ¿eso quiere decir que se irá?

—Según los rumores hay dos teorías, la primera es que es una farsa suya con la que pretende que le aumenten el sueldo, y la segunda es que le puso al supervisor Ahn un ultimátum de que si no le igualaban la oferta, renunciaría. Cualquiera de las dos implica un mejor salario.

—Pues ahí tiene a su chico estrella, ahora debe estar satisfecho —Jaejoong indicó con media sonrisa, jugando con una de sus papas a la francesa.

—Si él se va, pudiera ser que te dieran a ti el cargo disponible.

La suposición de Hyunjoong le hizo rodar los ojos. —Mi sueño, ser plato de segunda mesa —ironizó mordiendo la fritura en su mano.

—Por algo se empieza, señor pesimista —bufó empujando el brazo de Jaejoong con su dedo índice.

Jaejoong refunfuñó dándole una mordida a su hamburguesa, desconociendo que por el gesto, su acompañante sonrió más.

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Antes de que Heechul alineara su llave para abrir la puerta principal de la casa, Changmin lo hizo, saliendo como una ráfaga, casi chocando con él.

—Perdón, ya voy tarde.

Le gritó por sobre su hombro, sin detenerse hasta abrir también el portón y emerger a la calle.

Heechul entrecerró sus ojos terminando de entrar. —¿Cuál es su prisa? —le preguntó a Junsu, quien estaba semi-recostado en el brazo del sofá individual.

—No sé.

—Uh, siguen peleados —Heechul expuso, dejándose caer en otro de los sillones.

Junsu se enderezó, subiendo uno de sus pies en el asiento. —¿Quién dijo que lo estamos?

—Sus gritos del otro día. Debió ser algo grave porque por lo regular, Changmin es muy blando contigo.

—Tuvimos una diferencia de puntos de vista pero ¿a que te refieres con, blando conmigo?

—A que la manera en que te trata es mejor que la de los demás que vivimos aquí y seguramente también que la de sus amigos en la universidad.

—Yo no he notado tanta diferencia para que opines tal cosa. Pero suponiendo que así sea, es debido a que él y yo tuvimos empatía en cuanto nos conocimos.

Heechul arqueó una ceja levantando su cabeza recargada en el respaldo. —Yo estuve presente ese día y difiero totalmente con lo que dices. Changmin intentó desacreditarte con Yunho. ¿Cómo es que te apodó? ¿Profesor chiflado?

—Pero eso fue porque al igual que yo, le urgía conseguir donde vivir —Junsu espetó, hablando bajo—. Después me pidió disculpas.

—Las palabras dichas no hay quien pueda borrarlas —Heechul dijo moviendo su mano con desdén.

—Que filosófico.

—Como sea, pero si no te apuras, un día vas a despertar y él ya no estará a tu disposición. Si, hazme caras feas, pero sabes que es verdad lo que digo.

Junsu frotó su rostro, alisando la tela de su pantalón antes de levantarse. —Iré a dar una vuelta —estipuló no molestándose en rebatirle.

—Te acompaño.

—Acabas de llegar —Heechul de encogió de hombros, también poniéndose de pie—. Bien, pero ya no menciones este tema. Necesito despejarme.

—No lo haré. Por hoy.

Junsu exhaló y Heechul emparejo sus pasos con los de él, pasando un brazo por sobre sus hombros luego de cerrar la puerta.

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Yunho se recostó de espalda sobre el blanco love seat de piel situado en medio de la sala de Siwon, nunca dejaba de asombrarse de cómo un hombre que lucía ser tan desenfadado para cualquier aspecto, mantenía su departamento en tan impecables condiciones.

A donde volteara no lograba encontrar ni una partícula de polvo o algún artículo fuera de su lugar. Pulcritud y orden eran las constantes palabras que durante el mes que vivió con él, Yunho le escuchó decir.

Sus pies apoyados en el reposabrazos del mueble, fueron tirados con tosquedad de un solo manotazo para que Siwon sosteniendo su laptop, pudiera sentarse.

—¿No tienes nada que hacer?

—¿Estas corriéndome? —inquirió Yunho, doblando los brazos detrás de su cabeza y bajando un pie al suelo para sostener encima de la rodilla, su otra pierna.

—No, pero es raro tenerte aquí viendo hacia el techo. En ti eso es algo… escalofriante.

—¿Preferirías que viera hacia la pared? —ofreció con sarcasmo.

Siwon sonrió de medio lado sin despegar su mirada de la pantalla ni dejar de deslizar su dedo en el touchpad. —Preferiría que me dijeras que es lo que te sucede.

—Recordaba que nuestros días como estudiantes estaban tan ocupados y planeados que no nos sobraba tiempo para reflexionar si actuábamos correctamente.

—¿A qué viene eso? ¿Estamos nostálgicos? —Siwon pronunció luego de soltar el suave sonido de su risa contenida.

—Si cometes un error en tu vida y después crees que tienes la oportunidad de resarcirlo, pero no funciona como esperabas ¿lo intentarías otra vez o simplemente lo olvidarías?

Con su codo en el sillón y la mejilla sobre el dorso de su mano extendida, Siwon meditó su respuesta por un minuto. Estudiando el ensimismado rostro de Yunho, presintió que su estado de ánimo se debía a Kyeonghwa y conociéndolo como lo hacía, esperaba utilizar las palabras que fueran lo suficientemente elocuentes para disuadirlo de retomar su relación con ella, si es que era eso lo que pretendía.

—Si se trata de un malentendido, siempre es mejor aclararlo y pedir disculpas si es necesario. Pero si a lo que te refieres es a esas decisiones que consideramos equivocadas, creo si se tomaron de esa forma fue porque en ese momento pareció lo adecuado. Son experiencias que te servirán de aprendizaje y por las que en el futuro obtendrás mejores cosas. Además, hay veces que por intentar de rectificar, termina siendo contraproducente.

Yunho suspiró enderezándose, quedando sentado en el extremo contrario a su amigo. Las puntas de sus pies se curvaban apenas rozando el piso mientras que su mitad superior cayó sobre el acojinado respaldo.

Siwon negó con un gesto devolviendo su atención a la pantalla de su computadora, ampliando los ojos y recorriendo con su dedo índice la barra de desplazamiento vertical. —¡Oh! —exclamó al aumentar el tamaño de una fotografía digital.

—¿Qué es lo que ves? —Yunho cuestionó con intriga, inclinándose sobre el costado de Siwon para observar junto con él, la pantalla—. ¿Modelos de ropa interior? —habló recorriéndose hasta ocupar el mismo lugar de hacía unos segundos—. Eres tan libidinoso, ¿cuándo vas sentar cabeza? —acusó agitando su dedo índice frente a sí.

—Cuando alguien me tome en serio. Parece que lo único que quieren todos de mi es diversión.

—Si, seguro. Pobre de ti, solo juegan contigo.

Siwon asintió con seriedad, examinando las demás galerías del sitio web. —Pero enfoquémonos en tus problemas, ya después habrá tiempo para los míos. Estas al borde de la depresión y sinceramente no me molesta tenerte diario aquí, si por lo menos no lucieras como un zombi mirando a la nada por horas. Lo que tú realmente ocupas es frecuentar más a tus viejos amigos. Regresar a tus raíces —dijo al tiempo que sus dedos tamborileaban en las teclas, aguardando a que la imagen que deseaba ver, se cargara.

Yunho elevó una ceja, doblando y cruzando sus piernas debajo de su cuerpo. —¿De qué hablas? Te veo diario.

—Pero a Chun no, y ese es otro que necesita un respiro de su tan apretada agenda y demandante matrimonio

—Si, él tiene una buena vida. Él tiene un hogar —Yunho declaró casi en un murmullo.

—Ash que aburrido eres. Planeó cosas para animarte y acabas peor. Aprende a mí que soy la felicidad andante.

—Es verdad eso, ¿qué te tiene tan contento?

—Nada.

Yunho torció la boca y ladeó una de sus piernas para darle una patada al muslo de Siwon. —Sospechoso.

—Hey, ¿por qué me golpeas? Últimamente lo haces sin parar.

—Lo siento, supongo que es mi manera de liberar tensión.

—¿Y crees que soy una especie de saco de boxeo? Si quieres desahogarte, conozco una mejor forma de hacerlo.

Yunho agarró su cabeza, sacudiéndola con vehemencia. —No empieces de nuevo con eso, que ese el principal problema.

Siwon lo observó con detenimiento no comprendiendo a lo que se refería. Últimamente tampoco entendía mucho de él, con sus recientes distracciones acaparando casi su interés por completo, había desatendido lo que ocurría a su alrededor.

Yunho tenía razón, su comportamiento era por demás sospechoso, pero no podía ni quería evitarlo, él estaba pasando por un buen momento.

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Declinado la oferta de cenar con Siwon, Yunho se fue del departamento, prefiriendo dejar su auto en el estacionamiento subterráneo del edificio. Porque para él no existía sentido en conducirlo solo para volverlo a estacionar luego de una cuadra. Sobre todo con sus pocas ganas de hacer cualquier cosa.

Caminado cabizbajo, alzó su vista justo cuando escuchó la voz de Jaejoong. No sabía cuanto extrañaba el verlo sonreír hasta que lo hizo para el sujeto que lo acompañaba, al que si mal no recordaba, trabajaba en el mismo lugar que él.

Yunho continuó su camino y entró sin hacer ningún gesto hacia ellos. No era común que tuviera malos pensamientos, pero se arrepentía de no traer su coche para al menos con este, darles un susto al simular atropellarlos. Quizás era un método loco, pero habría conseguido deshacer esos rostros de felicidad que tanto le molestaron.

Él sacudió su cabello poniendo un pie en el primer peldaño de la escalera, sin llegar a subirlo porque nuevamente una voz lo detuvo.

—Hola —Kyeonghwa lo saludó poniéndose de pie, yendo hacia él—. ¿Podemos hablar?

Yunho asintió no encontrando más que decir, puesto que por el asombro de hallarla ahí, el elocuente vocabulario se esfumó de su cabeza.

—Yo… —La voz de ella se cortó, retorciendo sus manos y luciendo completamente nerviosa.

—Podemos sentarnos, si quieres —Yunho sugirió, viendo a Kyeonghwa mirando a su alrededor, pareciendo estar duramente decidiendo su respuesta—. Hey, no tienes porqué…

—Te he extrañado tanto —declaró ella de repente, atrapando una de las manos de Yunho—. No puedo dejar de pensar en ti y de arrepentirme por como me comporte. De lo que te dije sin darte la oportunidad de hablar, de que lo conversáramos. Pero mis inseguridades me dominaron, discutimos antes que te fueras a la campaña de salud, de la cual ni siquiera tenía idea y luego de enterarme de esta por terceros, te lo pregunté directamente solo para que cuando me lo confirmaras, me sintiera desvalorada —Hizo una pausa, respirando profundamente—. Esto esta sonando como un reclamo, no lo es, lo siento, es solo que…

—No fui el mejor novio, no te disculpes.

—¿Eh?

—Nunca he sido gran material de novio —Yunho declaró, desviando sus ojos un segundo hacia la puerta y luego retornándolos a Kyeonghwa.

—Los dos tuvimos fallas, la culpa es de ambos.

Jaejoong se quedó parado cerca de la entrada, debatiéndose entre dirigirse a las escaleras o ir a otra parte, lo segundo parecía lo más correcto, después de todo una pareja estaba bloqueando el acceso al segundo piso.

Volteando a la cocina, cruzó su mirada con la de Changmin, quien gesticulando lo que entendió como ‘ella’, movía en círculos su dedo índice cerca de su sien, argumentando que Kyeonghwa estaba loca. Jaejoong negó con la cabeza avanzando hacia él.

—Se me coló cuando estaba a punto de cerrar el portón —Changmin siseó en cuanto Jaejoong estuvo a su lado—. Le dije que Yunho hyung tardaría, pero se rehusó a marcharse.

Jaejoong se mantuvo callado, resistiendo el impulso de comentar algo. Los asuntos de Yunho a él no le incumbían.

—Hyung debería decirle que…

Sin embargo cuando Changmin volvió a hablar, interpuso su mano para silenciarlo. Quería seguir escuchando lo que ellos decían.

—Solíamos llevarnos bien, teníamos más momentos buenos que malos, y tal vez si ponemos de nuestra parte podríamos rescatar la relación, ¿no lo crees tú también? ¿no crees que merecemos otra oportunidad? ¿tener un nuevo comienzo juntos?

Yunho se perdió en los ojos de Kyeonghwa, observándolos sin realmente fijarse en ellos. Los recuerdos lo invadían mientras ella esperaba una respuesta. Lo que él quería, pensaba o juzgaba conveniente días atrás, ya no importaba, siempre era mejor enfocarse en el hoy.

Las manos de ella estaban frías y un poco temblorosas, Yunho las apretó con fuerza, sonriéndole cálidamente. —Démonos esa oportunidad. Tengamos un nuevo comienzo.

Kyeonghwa liberó el aire que apresaba su pecho y acortó la distancia entre ellos, rodeándolo con sus brazos. Yunho le atrajo la cabeza a su hombro, envolviendo los de ella con sus propios brazos, de reojo percatándose de como Changmin se golpeaba la frente con la palma de su mano y Jaejoong se escondía en cuanto fue descubierto.

Seguir reviviendo el pasado no era lo correcto, Siwon lo mencionó, resarcir sus acciones no siempre era buena idea. Hacer caso a las evidentes señales del presente, si lo era.

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Jaejoong estaba de mal humor a pesar de que por fin vería a Yunho. Obteniendo de él solo un montón de excusas para justificar su ausencia, no podía evitar considerarlas como pretextos para rehuirle. Y francamente no entendía el porqué de ello.

Las llamadas también eran a cuenta gotas. Argumentando que en sus clases no podía distraerse, Yunho ahora mantenía apagado su celular durante el día, y en las noches hablaban poco, porque, o tenía que estudiar o algunos de los dos necesitaba dormir.

Jaejoong lo comprendía, él mismo tenía sus propias obligaciones, pero lo extrañaba.

En las conversaciones la actitud de Yunho era distante, como si no tuviera interés en escucharlo, siempre con prisa, cortándolo abruptamente cuando estaba a la mitad de la plática. La última discusión entre ellos fue por este motivo, pocos segundos antes de colgar, Jaejoong le dijo que si no tenía ganas de prestarle atención entonces que no le llamara. Así fue, ellos no hablaron hasta tres días después cuando Yunho como si nada, se presentó en su casa. De eso hacía dos semanas, mismo tiempo que llevaba sin verlo.

Yunho ya ni siquiera pasaba a verlo al puesto frente al hospital y él tampoco podía desocuparse para buscarlo.

Con su madre constantemente entrando y saliendo del hospital, Jaejoong disponía de pocos minutos libres entre ella y su trabajo. Simplemente la noche anterior, había sido internada para mantenerla en observación. Ninguno de los dos había dormido bien y él estaba sumamente agotado.

Aun así le fue imposible negarse cuando esa mañana, Yunho le propuso que se vieran por la tarde.

Terminándose —como siempre— todos los productos que le daban para vender, Jaejoong regresó a su casa, donde luego de alistarse y asegurarse de que su mamá tuviera al alcance cualquier cosa que fuera a necesitar mientras él no estaba, partió rumbo al lugar donde acordó reunirse con Yunho.

Estando cerca de ahí y con quince minutos de retraso, corrió el par de cuadras que le faltaban para llegar.

Apoyado en el muro de un modesto restaurante, Yunho aguardaba por él, sosteniendo su celular, con sus pulgares golpeando las teclas de este.

Recuperando el aliento, Jaejoong disminuyó su andar, deteniéndose delante de Yunho. —Lo siento tuve que...

—Esto no esta funcionando entre nosotros —Yunho dijo enderezándose, guardando su teléfono en un bolsillo de su pantalón, notando como el hombre frente a él ampliaba los ojos y pasaba la lengua entre sus labios.

—¿De que hablas?

—Creo que debemos terminar.

—Yunho —pronunció Jaejoong casi en un susurro.

—Nunca tienes suficiente tiempo para mí, soy yo quien tiene que adaptarse a tu horario, no puedo estar contigo a horas normales porque siempre tienes algo más que hacer. He intentado ser flexible con tus prioridades pero he llegado a un punto en que me harté.

—Hablas como si me la pasara jugando o no estuviera contigo porque no quisiera. Desde un principio te lo dije, mi vida es ocupada, tengo responsabilidades que no pueden ser botadas como si no importaran. Pongo mi mayor esfuerzo, pero no puedo dividirme en dos.

Yunho suspiró metiendo los pulgares en la pretina de su pantalón. —Lo sé y por eso estoy facilitándote las cosas, ahora podrás utilizar los minutos que me das en algo más.

—¿Estas siendo serio? —Jaejoong preguntó frunciendo el ceño al contemplar el aspecto desenfadado de Yunho.

—Si.

—Si es lo que quieres.

—Definitivamente —Yunho aseveró, mirándolo directo a los ojos.

—¿Entonces, esto es un adiós?

Yunho asintió, haciendo el ademan de tenderle la mano pero retirándola enseguida. —Suerte, Jaejoong —mencionó para a continuación darse media vuelta y retirarse.

Jaejoong oprimió los ojos queriendo desvanecer el frío que se instaló en su estómago, mientras retenía en su garganta las palabras que no estaba dispuesto a soltar. Si Yunho no quería estar con él, no había razón para convencerlo de que no rompieran, si sus motivos eran el tiempo, Jaejoong no podía ofrecer más de lo que ya hacía.

Con la esperanza de que se tratara de una broma y que en cualquier momento Yunho apareciera ante él, sin realmente fijarse por donde iba, recorrió las calles de vuelta a su casa.

Luego de media hora la realización golpeó su mente, Yunho no bromeaba.

Mirando al cielo, presionó sus mejillas deslizando los dedos hasta comprimir sus labios. Pretendiendo que nada ocurría y que sus emociones no le afectaban, subió las escaleras. Después de todo, el mundo no se detendría porque él estuviera triste, nunca lo hacía, la vida continuaba y deprimirse no solucionaría su situación. Mañana sería un nuevo día, al que tendría que enfrentar quisiera o no.

[ Capítulo 10 ]