Como en casa: Capítulo 1

Herencia

—¡Bien, aquí esta su asqueroso disfraz! —Jaejoong se quitó la cabeza del traje de botarga para aventarla contra el cuerpo del hombre frente a él—. ¡De todas formas iba a renunciar!
—Este es tu pago por los días que trabajaste —El hombre deslizó un sobre blanco contra una de las mesas del lugar—, espero no volverte a ver cerca de aquí.

—Téngalo por seguro, ni loco vendría a este sitio inmundo, la comida es demasiado mala para lo que cobran.
—¡Guarda silencio! —Acercándose intento cubrir su boca con la mano—. ¿Pretendes arruinar mi negocio?
—¡Solo digo la verdad! —Dando pasos hacia atrás, Jaejoong estiró su mano hasta alcanzar el sobre—. ¡Este restaurante apesta! —Salió del establecimiento rápidamente.
—¡Tú inútil! —El hombre echó un vistazo alrededor notando las miradas curiosas de los clientes—. Disculpen esta pequeña interrupción por favor, todo está bien —Fingió sonreír regresando detrás del mostrador.
Para Jaejoong ese había sido tan solo su quinto día y ya se encontraba despedido, la paga era mala, el material de la botarga que tenía que utilizar le provocaba además de calor, urticaria, pero necesitaba el dinero, requería de esos ingresos para completar sus deudas de ese mes.
Apenas el domingo había encontrado un anuncio pegado en un poste donde se solicitaba un joven para trabajar en un restaurante de comida china, con la idea de que se trataría de un puesto de mesero o lavaplatos acudió a primera hora a la mañana siguiente, pero para su sorpresa lo que se requería era un animador, alguien que disfrazado de un hombre con rasgos asiáticos que portaba una vestimenta tradicional y bailaba al compas de música oriental, repartía volantes bajo los rayos intensos del sol desde las nueve am hasta las casi siete de la tarde con solo una hora de descanso, una labor sumamente agotadora.
Durante su poca estancia ahí, había pasado por varios tragos amargos, como el de que lo empujaran, aventaran cosas, o se burlaran de él, pero apretando los dientes era como controlaba su molestia, eso fue hasta que estando casi a nada de terminar su jornada, una pareja de hombres pasados de copas transitaron a un lado de él lanzándolo a propósito contra el suelo, el impacto fue más escandaloso de lo que realmente dolió pero su cabeza se ladeo haciendo que esta quedara al descubierto cuando el atuendo resbalo de ella. Los hombres comenzaron a mofarse no solo de su traje sino también de su aspecto, el acabos vino cuando uno de ellos arrojo el resto de su cerveza hacia su cuerpo aún sentado en la banqueta.
Y aunque Jaejoong sabía que la violencia no resolvía nada... hacía sentir muy bien, así que impulsándose sobre sus pies se levanto en un dos por tres lanzándose de lleno contra el que lo mojó, una vez teniéndolo sometido jaló el pantalón del otro individuo que a consecuencia de su estado de embriaguez, no tardo mucho en perder el equilibrio.
Toda la escena transcurrió frente a los ojos de los comensales dentro del restaurante, un par de empleados reaccionaron corriendo hacia ellos para detener la trifulca en la cual Jaejoong ya se encontraba propinando golpes y patadas a todas partes, aunque le resultaba un tanto difícil debido al estorboso traje.
Casi cargándolo lo llevaron al callejón a un costado donde después de tocar la puerta lateral, entraron dejándolo caer en la esquina de la cocina. En ese momento el dueño no se encontraba, por lo que al quitarse la botarga y guardarla, salió de ahí. Pero al otro día, ese mismo sábado, su jefe se entero de lo sucedido y decidió correrlo. Nunca antes él había suplicado como esa vez lo hizo, y todavía así el hombre se negó a darle otra oportunidad, fue por esto que no quiso marcharse sin antes dar su opinión sobre el lugar.
Antes del medio día, Jaejoong ya se encontraba caminando por el pasillo hacia su departamento. Rápidamente liberó la llave del mosquetón de acero detenido en la pretina de su pantalón y abrió la puerta. Sin cuidado arrojó su mochila sobre la mesa que le servía como comedor, y se dejo caer en la silla más cercana a él.
Llevo ambas manos a su rostro antes de cruzar sus brazos sobre la superficie de la mesa ocultando su cabeza en estos. Tenía exactamente dos semanas para conseguir otro lugar en donde vivir. Su actual casero le había dado no más de un mes para mudarse puesto que necesitaba el pequeño departamento para otro inquilino que ofrecía más dinero por el alquiler. Aunque el señor Nam le concedió la oportunidad de una contraoferta por parte de Jaejoong, este contaba con un presupuesto limitado y le era prácticamente imposible pagar más que lo que ya hacía.
Lamentablemente el poco tiempo que tenía entre sus dos trabajos –ahora ya solo uno– le impidieron realizar una búsqueda más adecuada sobre las posibles viviendas en la ciudad. Ninguna de las que había visitado estaba a su alcance y ahora que sus ingresos se habían reducido en un cuarenta por ciento, mucho menos.
Respiró hondo haciendo su asiento hacia atrás para levantarse, revisó la hora en el reloj redondo colgado unos centímetros arriba del marco de la puerta principal, una posición que le facilitaba el control de los minutos que le restaban para llegar puntual a cualquiera de sus labores.
Seis horas y media le quedaban antes de que tuviera que checar su entrada en el bar donde era mesero. Recogió la mochila tomándola del agarre en la parte superior y se desplazó hacia la salida. Una hoja doblada por la mitad lo detuvo a medio camino al encontrarla cerca de la puerta, lo más probable es que la hubieran deslizado por debajo de esta y apenas se daba cuenta de ello.
Se agachó juntándola de un solo movimiento y la extendió con tres dedos.
«Sr. Kim Jaejoong-ssi, soy el Lic. Park y me es urgente hablar con usted, por favor comuníquese conmigo a la brevedad posible al 723–7830»
Releyó la nota cuatro veces más, volviéndola a doblar y metiéndola dentro del bolsillo delantero de su mochila. Salió del departamento cerrando con llave para luego colocar esta dentro del mosquetón asegurado en su pantalón y avanzó hasta estar fuera del edificio.
La tarde paso en un pestañear y cuando fue tiempo de regresar para alistarse para su turno nocturno en el “Exile Bar”, Jaejoong llegó con pesadez en sus piernas y el vacío en su estómago. De los tres cuartos de azotea que había visitado, ninguno de ellos fue el indicado para vivir. Una de las propietarias le mencionó que tenía otra habitación mas en renta, pero del otro lado de Seúl por lo que él no podía ir a verla en ese momento, así que acordó en hacerlo mañana, y aunque probablemente esta tampoco se ajustaría a lo que él deseaba, realmente necesitaba tener un techo bajo el cual dormir en los próximos días.
Caminó hacia el pequeño patio a un lado de la cocina y tomo una cubeta de metal, la cual lleno con agua poniéndola después sobre una de las hornillas de la estufa, encendió el fuego y puso una tapa para que esta se calentara más rápido. Su falta de dinero le hacía ahorrar la más mínima cantidad de gas por lo que el viejo boiler fijado en la pared junto a la descompuesta lavadora, solo servía de adorno al igual que esta, al fin y al cabo humeaba más de lo que realmente calentaba. Su esperanza era que ahora que el clima estaba volviéndose cálido, podría ducharse utilizando el agua que emanaba directo de la regadera. De inmediato se dio un golpe mental al comprender que eso ya no sería necesario.
Mientras esperaba a que el agua estuviera a la temperatura apropiada, se dedicó a llenar otro balde más grande cargándolo con cuidado de no derramar nada hasta dejarlo bajo la regadera después yendo a preparar su uniforme, su pantalón negro y camisa blanca ya estaban planchados colgando en sus ganchos sostenidos por un clavo a un costado de la puerta de su habitación. Abrió el cajón del pequeño mueble que le servía como tocador y sacó de ahí uno de los dos moños negros, un par de calcetines, y su bóxer.
Luego de quince minutos regreso a la cocina, apagó la lumbre y con ayuda de un trapo empuño la agarradera de metal llevándola hasta vaciarla con la demás agua fría en el baño.
Se desvistió rápidamente entrando en el área de la ducha, mezclo con una jícara el agua y comenzó a bañarse. Al terminar sabiendo que nadie podría verlo, recogió su ropa del suelo y salió desnudo rumbo a su recámara donde arrojó las prendas en el rincón en que se hallaban las otras que había utilizado en la semana. Se metió dentro de su ropa interior mientras caminaba de vuelta al baño para darse una rápida rasurada, después de eso volvió disparado a vestirse.
Con los calcetines, pantalón, camisa y chaleco puestos, hizo a un lado la cortina gris que cubría el hueco del closet y descolgó una vieja gabardina negra que alcanzaba a cubrirle hasta la mitad de sus pantorrillas. Se colocó el moño en su cuello y luego cerró cada uno de los botones del abrigo –desde el cuello hasta su cadera– antes de ir por el pantalón de mezclilla que acababa de quitarse para recuperar el mosquetón que olvido quitar.
Fue a la sala llevando entre sus manos su cartera, celular y llaves, lanzó todo dentro de su mochila y sacó la otra billetera que llevaba dejándola en el brazo del sillón al caminar a la puerta principal donde se deslizó en sus brillosos zapatos negros agachándose luego para amarrarse las agujetas. Dio un último vistazo a sus cosas y así mismo, comprobó el reloj en la pared y apagó la luz antes de cerrar la puerta de su departamento detrás de él.
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A la mitad de su horario como mesero en el bar, sentía que los talones de sus pies ardían y que el resto de sus piernas daría cualquier cosa por solo descansar diez minutos. Contando a los clientes que acababa de tomarles la orden, había atendido a cuarenta y cinco, de los que eran idas y vueltas para asegurarse de que no se les ofreciera nada.
Mientras esperaba porque las bebidas fueran preparadas, prestó atención a la caótica pista donde se podían ver a las diversas personas bailando solas, en pareja o en grupo. Y él por un momento se imagino que si dispusiera de ese mismo tiempo libre que ellos tenían, lo usaría para permanecer recostado y el dinero para vivir como realmente quería hacerlo. Despabiló su mente una vez que el bartender colocó sobre su charola los dos vasos con líquido azul y morado que le había pedido.
—Hoy ha estado muy atareado —mencionó Jaejoong tratando de prolongar su estadía por lo menos un minuto más, recargado en la barra.
—Al menos eso significa que tendremos más propinas —el barman le respondió levemente sonriendo.
—Aún no he contado, pero nadie me ha dado más de diez mil wons —Jaejoong frunció el ceño al recordar el brillo que había mostrado cuando un tipo le entrego un billete de cincuenta mil wons tan solo para que después le dijera que solo conservara el veinte por ciento, al menos lo que obtuviera era para él y no tenia que compartirlo con los demás—. No será mucho la diferencia a otras noches.
—Quizás deberías aplicar la técnica de Johnny —El hombre hizo un gesto hacia el mesero que estaba riendo con un par de chicas en una de las mesas—. Siempre obtiene jugosas gratificaciones.
—Sí, pero también da a pie a que muchos de los clientes se tomen atribuciones con él, no gracias, prefiero mantenerme al margen —puntualizó tomando la bandeja y adentrándose entre la multitud que bailaba en medio del lugar.
Al llegar a la mesa, Jaejoong depositó los vasos sobre la superficie asintiendo hacia la pareja de hombres antes de alejarse observando a cada uno de sus clientes asignados. Cuando sus ojos dieron con la mesa veintitrés y la encontró vacía, empezó a divagar alrededor tratando de hallar a las personas que debían estar ocupándola, pero ni una señal obtuvo de ellas.
Un escalofrió viajó a su frente al checar en su tableta la cuenta aún sin pagar correspondiente a la de ese número, era casi tanta como su sueldo por dos meses. Avanzó hasta el balcón de la segunda planta escaneando cada uno de los rincones y luego volteó hacia la salida, ahí, los tres chicos que buscaba, parecían estar discutiendo con el hombre de seguridad.
Bajó como rayo los escalones zigzagueando entre la multitud hasta llegar con ellos.
—Ya se los dije, sin ticket no pueden salir —El fornido vigilante les indico interponiéndose entre la puerta y los hombres.
—¡Pero lo perdimos, ¿cómo esperas que lo encontremos con toda esta gente alrededor?! —Uno de ellos protestó altaneramente.
—Yo los atendí y aún no han pagado —Jaejoong habló desde atrás logrando que las cuatro miradas se fijaran en él—. La cuenta todavía está abierta —Mostró su tableta electrónica para indicar que no mentía—. En cuanto la liquiden, les daré el comprobante y ustedes podrán marcharse —agregó sin lucir inseguro por las expresiones que los tres sujetos le dieron.
—Estás diciendo que…
Su amigo, quien estaba parado junto a él, puso la mano sobre su hombro y este dejo de hablar. —Paguemos de nuevo, no es demasiado y tampoco nos dejara en la calle si lo hacemos.
—Este lugar es nefasto —Otro de ellos bufó—, y su personal de muy baja categoría.
Jaejoong apretó los labios dejándolos en una línea recta tratando de evitar que una sonrisa sarcástica se dibujara. En su lugar les enseño la cantidad que debían pagar y recibió la tarjeta de crédito que uno de ellos le extendió pidiéndoles que aguardaran solo un instante antes de desaparecer hacia la caja registradora.
Él tenía bastante experiencia con situaciones similares así que ahora ignoraba a los tipos que pretendían ser de la realeza, no daba más información de la necesaria y siempre buscaba el respaldo de los vigilantes, puesto que el conservar su empleo dependía de ello. También sabía que no debía distraerse más de cinco minutos porque alguno de sus clientes se fugaría sin pagar, y por supuesto, la casa no invitaba en esos casos. Jaejoong se repetía casi cien veces en su cerebro que solo era un trabajo y mas nada un asunto personal. Se sacudía cualquier molestia porque difícilmente podría liberarla ahí, no cuando mientras discutiera con ‘alguien’ sus demás clientes estarían siendo descuidados.
Jaejoong regreso con el baucher y tarjeta pidiéndole su firma al dueño y entregándole después de esto, ambos objetos. Sin necesidad de seguir ahí, giró sobre sus talones para volver a sus labores.
La noche transcurrió pesada y abrumada para él, cerca de las cinco de la madrugada metió la llave en la cerradura de su departamento abriendo la puerta perezosamente, la cerró con su talón para luego quitarse los zapatos y caminar al destartalado sofá donde se dejo caer.
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Antes del medio día de ese domingo, Jaejoong escuchó el estruendo de sonidos que se asemejaban a una docena de cláxones en la parte trasera del edificio, buscó a tientas la sábana pero al no sentirla se movió de lado, olvidado el lugar donde se encontraba e irremediablemente cayó al piso.
Maldijo aún con los ojos cerrados rascándose la nuca y bostezando mientras se acercaba a la ventana, hizo a un lado la vieja cortina café para asomarse fuera.
—Maldito tráfico —pronunció entre dientes al ver el embotellamiento en la estrecha calle.
Regreso al sillón sentándose ahí y echando su cabeza hacia atrás. Se enderezo para tomar su celular del interior de su mochila, registrando los pequeños compartimentos para obtener la tarjeta que la casera le había entregado ayer. Frunció el ceño cuando lo primero que tocó fue la nota del abogado, él no quería saber nada de alguno de ellos, especialmente porque por lo general estos solo implicaban problemas y de esos ya estaba hasta el cuello.
Suspiró marcando el número de la mujer al finalmente tener la tarjeta en su mano. Dos timbres y ella contestó.
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El viajar por más de cincuenta minutos de un extremo de la ciudad al otro, había sido un desperdicio de tiempo, el departamento –si es que podía siquiera llamársele así– estaba en el doble de malas condiciones que cualquiera que haya visto antes. Humedad cubría cada una de las paredes, mismas que parecían estarse cayendo por partes, el piso tan mohoso que dudaba que tuviera algún arreglo y a lo demás no pudo darle importancia porque justo en ese momento una patrulla se estacionó frente a ellos para inspeccionar la vivienda de junto.
Él no necesitó más y salió de ahí en cuanto se lo permitieron los judiciales.
A pasos de llegar a su edificio, miró por el rabillo de su ojo como el señor Nam lo señalo con su mano derecha y un hombre fue directo con él.
—¿Kim Jaejoong? —preguntó interceptándolo en el corredor y Jaejoong lo vio de la cabeza a los pies y todo el camino de nuevo hacia arriba antes de asentir—. Mi nombre es Park Yoochun, ayer deje una nota en la puerta de su departamento, no estoy seguro de si la recibió, es por eso que decidí volver.
—¿Por qué? —cuestionó arqueando una ceja sin dejar de escudriñarlo con la mirada.
—Necesito hablar con usted, ¿podemos hacerlo ahora mismo?
Jaejoong parpadeó con la vista hacia el suelo, sea cual fuera el asunto que quería tratar, debía ser urgente puesto que ¿qué abogado trabaja en domingo? Otra vez sin pronunciar palabra solo asintió caminando a las escaleras de concreto con la palabra ‘sígame’ implícita en sus acciones.
Entró en su departamento dejando la puerta abierta para que el hombre pasara, abandonó sus cosas sobre el comedor volteando después hacia el otro. —Usted dirá.
 —Bien, soy abogado, y estoy aquí en representación de la señora Jang Nayoung, su tía.
—¿Tía? —Jaejoong jaló la única silla y se sentó en ella—. Creo que tiene al hombre incorrecto, yo no tengo ningún pariente.
—Está equivocado señor Kim, la señora Jang era prima cuarta de Kim Yoonji, la madre de usted.
—Sí, ese es el nombre de mi mamá pero, dijo usted ¿prima cuarta?
—Las bisabuelas de ambas eran primas hermanas —aclaró—, por lo tanto usted es su sobrino quinto.
—¿Eh? —Los términos y grados revoloteaban en su mente sin poder comprenderlos—. Sigo sin entender, pero aún así ¿qué es lo que tiene que ver conmigo?
—Su tía falleció y fue su deseo que lo buscara, ella también le dejo todos sus bienes, usted es su único pariente y heredero universal.
—¿Yo? —Entrecerró sus ojos por un momento y luego los amplio—. ¿Y de que trata esa herencia? ¿Deudas?
El licenciado Yoochun sonrió tenuemente antes las preguntas. —Tan solo saldo a su favor y una propiedad —declaró.
—¿Qué tipo de propiedad? —Jaejoong inquirió con ansiedad.
—¿Puedo sentarme antes de responderle?
—Oh, por supuesto —contestó rápidamente apenas dándose cuenta que el hombre había permanecido de pie todo este tiempo.
—Gracias —Yoochun se sentó en el sillón y acomodó su maletín encima de su regazo—. Es una casa al norte de la ciudad.
Y de pronto el panorama de Jaejoong parecía abrirse pasando a través de la espesa neblina dejando a la luz una esperanzadora salida al futuro. Pero su subconsciente detuvo su viaje dimensional clavando sus pies firmemente en su realidad.
—¿Existe algún requisito que debo cumplir para poder tomar posesión de ella? ¿Pagar algún subsidio? ¿Sus honorarios? ¿Cuáles son los trámites? ¿La casa está hipotecada? ¿Se debe algo por ella? ¿Está seguro que no hay ningún otro familiar? —soltó en un respirar poniendo a los oídos del otro hombre en aprieto por captar todo.
—La casa está totalmente pagada y libre de cualquier deuda, necesita arreglar las escrituras y eso tendría algún costo —Reparó en como Jaejoong se bajó de hombros por lo que se apresuro en agregar—: La señora Yang pagó mis honorarios por adelantado además de que dejo un capital que usted puede utilizar para solventar cualquier gasto por el papeleo al que sin ningún problema le asesoraré para realizarlo y referente a lo último, sí, estoy absolutamente seguro de que no hay más nadie.
—Esto parece demasiado irreal —murmuró quedamente—. ¿Puedo ver su identificación?
Yoochun soltó una pequeña risa sacando su credencial y cedula profesional, después su licencia de conducir estirándose para entregándoselas en la mano. —Tengo conmigo también una copia del poder notarial que me otorgó la señora Yang —Consiguió el documento de su portafolio, igualmente traspasándoselo al instante.
—¿No tiene una foto de la casa? —Jaejoong argumentó sin levantar su vista de los escritos en sus manos.
—Me temo que no, pero podemos ir a verla cuando usted guste —Con la sonrisa aún en sus labios, Yoochun ofreció, pero su gesto fue borrado cuando Jaejoong lo miro con recelo.
—¿Puede ser hoy mismo?
—Claro —El abogado acepto los documentos guardando todos en su maletín levantándose cuando el otro lo hizo.
—Sé que es un poco apresurado, pero entre semana es complicado para mí el…
—Como le dije, no hay problema, esto es parte de mi trabajo.
—Bien, solo uh, tomaré algo y nos iremos —Jaejoong apuntó a su habitación antes de adentrarse en esta saliendo casi enseguida con un suéter en su brazo deteniéndose cerca de la mesa para meter su celular en el bolsillo frontal de su pantalón y recoger las llaves.
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Jaejoong desabrochó el cinturón de seguridad al tiempo que jalaba la manija para abrir la puerta del auto de Yoochun estacionado frente al blanco portón seccional que cubría casi toda la parte frontal de la casa.
Miro a su alrededor comprobando el lugar, la zona parecía agradable y prospera, las aceras estaban limpias, un par de negocios y tiendas de conveniencia podían distinguirse en la siguiente calle y un sofisticado edificio de departamentos se encontraba situado a dos casas.
—Es grande —declaró teniendo a Yoochun cerca.
—Lo es, tiene dos pisos, cuatro recámaras y patio trasero —Abrió la puerta provocando un rechinido y dejó entrar primero a Jaejoong para después cerrarla tras ellos—. No la conozco del todo, pero aparenta estar en buenas condiciones, es cierto que es un poco vieja pero nada que unos pequeños arreglos no puedan solucionar.
La fachada rustica fue lo primero que le robó la atención, luego el pasto recortado que brotaba solo en algunas partes donde el empedrado no interfería con su crecimiento, casi todo a lo largo de los cimientos de la casa. Jaejoong distinguió las marcas de auto en el espacio que supuso seria la cochera, al cruzarla para subir los dos escalones que lo separaban de la puerta principal.
En cuanto ingresaron, se sintió el cambio de temperatura, la calidez contrasto la brisa fresca del exterior, muestra clara de que sería una noche fría.
—Realmente han sido muy pocas la veces que he estado aquí y la mayoría del tiempo fui solo a la que era la habitación de su tía —Yoochun avanzó a mitad de la sala siguiendo los movimientos de Jaejoong quien observaba más detalladamente el interior—. Sé que la cocina es esa —Apuntó el arco sin puerta enmarcado con madera—, y por ahí mismo se sale al patio.
Jaejoong se limitó a asentir mientras seguía en la dirección que le fue indicada deteniéndose cuando el teléfono del otro hombre sonó.
—Un momento —Yoochun se disculpó retrocediendo unos pasos hacia fuera dejándolo en completa libertad para continuar la exploración.
Pasando el umbral, Jaejoong vio los estantes empotrados contra la pared que aportaban más espacio para andar con facilidad entre los electrodomésticos y demás muebles integrales que componían la cocina. Un horno de microondas estaba incorporado en un estante debajo de una vitrina que resguardaba una despostillada vajilla y un espacio abierto estaba lleno de frascos de especies y condimentos, en medio del lugar había una estufa negra y el mueble adyacente al de esta, estaba equipado con un fregadero de doble tarja.
Sobre las encimeras reposaban una licuadora, cafetera y dos tarros en la esquina cerca del tomacorriente doble polarizado.
El también negro refrigerador, se encontraba alojado dentro de un hueco que se adaptaba perfectamente a su tamaño y por encima había un estante más. Jaejoong tiró de la agarradera para abrir la parte del congelador sin escarcha donde solo había un recipiente con cuatro espacios ocupados de los diez que disponía para formar cubos de hielos. Cerró y abrió la parte inferior hallando nada más que un agua embotellada en uno de los transparentes compartimentos pegados a la puerta. Todo se veía tan limpio como vacío.
Regresó su vista al frente donde la ventana por arriba del fregadero permitía que la luz de la tarde se filtrara. Se desplazó hasta esta para echar un vistazo hacia el exterior, sorprendiéndose por el verde del llano césped que no media más allá de tres centímetros.
En su premura y desconcierto por la información que el licenciado Park le había mencionado, olvido preguntar cuánto tiempo de fallecida tenía su –recién descubierta– tía. Probablemente muy poco dadas las buenas condiciones en que todo se apreciaba, si bien había un poco de polvo aquí y allá, no era demasiado como debería de ser para una casa descuidada por semanas.
Jaejoong se perdió por unos instantes en las posibilidades que habría tenido si esta propiedad hubiera llegado unos años atrás.
El tren de sus pensamientos se interrumpió al escuchar un suave murmullo seguido de un duro azote de lo que creyó se trato del refrigerador. Dio media vuelta tomando del mango al objeto que tuvo más pronto a su alcance, cuando descubrió al despeinado hombre descalzo delante de él, con el torso descubierto y solo portando una holgada bermuda.
Alzo en alto el sartén antes de engrosar su voz firmemente. —¡No te muevas o te parto la cabeza en dos!
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—Señor Yoon, él es Jaejoong, el muchacho del que le hablé —dijo la mujer con el gafete de hospital que sostenía el brazo de Jaejoong dando un paso hacia el hombre quien sonrió inclinándose frente a ambos.
—Me alegra tenerte ya aquí, necesito mucho de tu ayuda.
Jaejoong asintió mordiendo su labio inferior para evitar decir cualquier cosa, sabía perfectamente que el favor se lo estaban haciendo a él porque el atender un pequeño puesto no representaba el mayor problema para el hombre, quien ya lo había venido haciendo por mucho tiempo, pero que por ofrecerle un empleo fingió no darse abasto con su cafetería. Así que, ¿quién era él para contradecirlo?
Si de todas formas permanecía cerca del hospital constantemente, por qué no ocupar su tiempo en ganar ese dinero que tanto falta les hacía a él y a su madre.
—Gracias por aceptarme, seré el mejor empleado que jamás haya tenido —Jaejoong se enderezó por completo para inclinarse noventa grados.
—Se que lo serás, ahora ven que te mostraré que es lo que venderás.
Ambos se despidieron de la mujer antes de que Jaejoong fuera guiado por el hombre al interior de la cafetería para ser instruido acerca de lo que a partir de ese día se encargaría.

11 comentarios:

  1. waaa q intriga!!!
    quiero saber a quien quiere golpear xDDD

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  2. wooo me gustaria
    saber a quien iba a golpear!!!! siguelo por favor ñ_ñ...

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  3. mmm olas soy magalyjae¡¡ mm luego dejare mi coment con mi nick¡¡ esk ando apuradita¡¡ wa gracias¡¡ ya puedo copiar dejare mi coment cuando lo lea en el celu¡¡ wa espero no te olvides de actualizar memorias de un mafioso¡¡ en face sot Joongie Villegas JEJ Y POS TE DIJE Q TE IVA A ACOSAR PA Q HAYA ACTUS¡¡ JAJA XD bueno te cuidass byee

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    1. y yo te pase libre para que lo hicieras :) y no he olvidado el del mafioso, en esas ando

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    2. me enkanto¡¡ waa¡ kelo contii¡¡ TOT AHORA SI ME IREA LER EL CAP 20¡¡ yeha graciasssssssssss

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  4. *-* tmb me recomendaron este fico!! asi que estare pendiente de el!! yee!!

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  5. waa me gusta... ya quiero saber quien es el hombre que entro a la cocina asustando a Jae ^^

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  6. Me gusta ese gran cambio económico para Jae. Quién ese hombre al que Jae quiere golpear???

    Gracias!!!

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